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Sigo vivo.

Creo.

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Mónica, La COÑAZO Pesada me acosa.
Si hay algo peor que tener que decirle a una tía eso de Podemos ser amigos es, sin duda alguna, que se crea que lo estás diciendo en serio y juegue a ser eso exactamente: tu amiga. ¿Qué digo amiga?, ¡tu Mejor amiga!
Esa jodida costumbre que tienen algunas mujeres de querer ser siempre las primeras en todo. Parece que necesiten sentirse imprescindibles y alguien debería explicarles de una puta vez que Nadie es imprescindible.
No seré yo, por cierto.

Mónica viene a mi casa cada tarde cuando llega de currar. Nadie se lo ha pedido pero como está ejerciendo el papel de Mejor amiga pues... eso.
Hostiaputa.
A veces trae una peli y hasta me ha preguntado un par de veces si tengo para hacer palomitas. Mientras yo, evidentemente, alucino (pepinillos).
Y vemos la jodida película que ella ha decidido alquilar para luego volver a decidir (todas estas decisiones sin preguntarme antes a mí) que iba a pasar TODA la tarde en mi casa.
Med, la puta gata, se tumba a su lado y ella le hace cosquillitas en la barriga y entonces Med hace un ruido muy extraño (y sonoro) de satisfacción total.
A mí, por supuesto, me entran gatas de ponerle el rabo ese que tiene a modo de collar pero como se supone que me encantan los gatos desde que me quise follar a Mónica pues tengo que fingir que me siguen pareciendo abrazables bla bla BLA.
Hostiaputa.

Toda la culpa la tiene Marian.