14

Hoy le he dado a Med una lata de comida para perros. Exactamente albóndigas no sé qué.
No me he fijado en el Super en que en la etiqueta de la lata no venía un lindo gatito sino un pastor alemán.
Evidentemente ha sido sin querer.
Creo.

Med, evidentemente también, no se ha comido las jodidas albóndigas. Era de esperar. Recordemos que Med es mujer y que las mujeres son bastante predecibles.
Algunas.
La mayoría.
Lo sorprendente hubiera sido que la puta gata se las hubiera comido.
En su defecto, se ha limitado a acercarse al plato, olerlo desde lejos, mirarme, mirar el plato, volver a mirarme a mí e irse tranquilamente por donde ha aparecido un minuto antes. De la nada.
Es lo que tienen los gatos, que son unos auténticos expertos en hacerte sentir como la última mierda del universo.

Med se cree que lo he hecho queriendo.
Pero ha sido sin querer.



Creo.

13

Estaba fumado cuando ha llamado Mónica. Mónica la vecina que está Tremenda pero y es un poco Pesada.
Pesada del verbo Qué coñazo de tía no del verbo Cuánto pesa esta tía, aclaro.
No le he abierto. Soy tan hijo de puta que ni siquiera he intentado buscar el mando a distancia para bajar el volumen de la tele y así fingir que no estaba en casa.
Me ha dado igual, así, sin más.
Med tampoco se ha inmutado. A Med no le hace falta ir fumada para ignorar a tiempo completo con total facilidad y sin ningún tipo de esfuerzo el mundo que le rodea. Y encima importarle una auténtica mierda.
Hay momentos, pocos, en los que Med parece caerme bien.
Pero en seguida se me pasa.

El otro día, fumado también, le envié un mensaje a Marian.
Debería estar prohibido tener la oportunidad de poder enviar un mensaje en según qué condiciones. De hecho, digo más, el propio puto teléfono debería de tener un chip o algo así que pudiera medir el estado de gilipollez en el que te encuentras en ese momento y decidir, según el resultado, si debes o no enviar ese puto mensaje.
El chip de mi móvil en concreto me habría contestado a modo de texto: "¿Eres tonto o qué (gilipollas)?"

"Vete a la mierda (otra vez)".
Pero en su lugar me contestó Marian.



Puta tecnología.