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Estaba fumado cuando ha llamado Mónica. Mónica la vecina que está Tremenda pero y es un poco Pesada.
Pesada del verbo Qué coñazo de tía no del verbo Cuánto pesa esta tía, aclaro.
No le he abierto. Soy tan hijo de puta que ni siquiera he intentado buscar el mando a distancia para bajar el volumen de la tele y así fingir que no estaba en casa.
Me ha dado igual, así, sin más.
Med tampoco se ha inmutado. A Med no le hace falta ir fumada para ignorar a tiempo completo con total facilidad y sin ningún tipo de esfuerzo el mundo que le rodea. Y encima importarle una auténtica mierda.
Hay momentos, pocos, en los que Med parece caerme bien.
Pero en seguida se me pasa.

El otro día, fumado también, le envié un mensaje a Marian.
Debería estar prohibido tener la oportunidad de poder enviar un mensaje en según qué condiciones. De hecho, digo más, el propio puto teléfono debería de tener un chip o algo así que pudiera medir el estado de gilipollez en el que te encuentras en ese momento y decidir, según el resultado, si debes o no enviar ese puto mensaje.
El chip de mi móvil en concreto me habría contestado a modo de texto: "¿Eres tonto o qué (gilipollas)?"

"Vete a la mierda (otra vez)".
Pero en su lugar me contestó Marian.



Puta tecnología.

4 comentarios:

  1. Anónimo10:12

    Qué razón llevas,deberían pararnos las manos en seco antes de poder mandar nada,ni llamar.

    Un saludo.

    Yolanda

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  2. Anónimo14:49

    Si es que son todas unas putas.

    La tecnología también, claro.

    J.

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  3. Sabática16:05

    Si bebes, no conduzcas.
    Si fumas, no mandes mensajes.
    Si lo haces, no llores.

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  4. JAJAJA, me leí tu blog, me acuerdo que pasé hace muchísimo tiempo, pobre tu gata Med, no creo que sea tan insoportable... Por lo menos no como Mónica...

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