16

Odio que la gente no respete mi espacio vital cuando me habla. Se van acercando poco a poco mientras yo retrocedo lentamente sin escuchar lo que dice mi interlocutor porque lo único que piensa mi mente justo en esos momentos es que la persona es cuestión está rebasando la línea imaginaria que hay pintada en el suelo: ése es tu lado, ÉSTE es el mío.

Odio que me llamen Cielo, Cari, Cora (éste es la rehostia), chiqui y demás gilipolleces. No me fío de la gente que termina con un cielo una frase y menos todavía si me acaba de conocer. Es como si intentaran verbalmente derrumbar el muro (imaginario también, sí) de No somos amigos y crear una confianza que ni les he dado ni les voy a dar en la puta vida ya. Por llamarme cielo.

Odio a todos aquéllos que diminutizan (esta palabra me la acabo de inventar, creo) los nombres para así resultar más cariñosos y más molones mandando a  mi línea y a mi muro imaginarios los dos juntos a tomar por culo
Deberían saber que hay nombres que NO tienen diminutivo. Joder.
Hoy un compañero de curro me ha llamado AL.
¿AL?
¿Qué coño de nombre es AL?
No sé si deberían saberlo lo que sí sé es que deberían extinguirse, coño. Una persona que te llama AL no tiene que aportar mucho a la humanidad.
Por lo menos a la parte normal de la humanidad.

Deberían darme un plus por compartir mi oxígeno cada día con ese tío.

15

Hoy he tirado todas nuestras fotos a la basura.
Primero he decidido separar aquéllas en las que salía yo solo. Una por una.
En otro pequeño gran montón he ido colocando aquéllas en las que salías tú sola.
Luego, en un ataque de nomeimportaloquetarde, he recortado aquéllas en que salíamos los dos.
He colocado cada cara en el montón que le correspondía.
Y me he quedado ahí sentado, mirando los dos montones.
Durante diez minutos más o menos.
Después las he mezclado todas como si de una baraja de naipes se tratara.
Las he recogido y las he metido en una bolsa de basura.
Cuando he salido por el pan las he tirado al contenedor.

Recuerdo que me dijiste hace tiempo que si alguna vez nos separábamos tú no querías quedarte con las fotos porque te serían un lastre para superar mi ausencia pero que, si alguna vez, yo decidía deshacerme de ellas te las diera a ti antes.
Podría haberte llamado o enviado un mensaje diciéndote algo tipo: "Eh, que voy a tirar las fotos y eso, no sé, por si las quieres tú y tal, ya sabes....", pero soy un cobarde de mierda, ya sabes...

De vuelta a casa, con el pan debajo del brazo, no me ha dado por pensar en que acababa de tirar una parte de mi vida a la basura. Literalmente.
Tampoco me he puesto melancólico.
Ni triste.
Sólo me ha dado por pensar en si las fotos pertenecerían al contenedor de papel y cartón y en si yo había escogido el contenedor que le correspondía a éstas.

14

Hoy le he dado a Med una lata de comida para perros. Exactamente albóndigas no sé qué.
No me he fijado en el Super en que en la etiqueta de la lata no venía un lindo gatito sino un pastor alemán.
Evidentemente ha sido sin querer.
Creo.

Med, evidentemente también, no se ha comido las jodidas albóndigas. Era de esperar. Recordemos que Med es mujer y que las mujeres son bastante predecibles.
Algunas.
La mayoría.
Lo sorprendente hubiera sido que la puta gata se las hubiera comido.
En su defecto, se ha limitado a acercarse al plato, olerlo desde lejos, mirarme, mirar el plato, volver a mirarme a mí e irse tranquilamente por donde ha aparecido un minuto antes. De la nada.
Es lo que tienen los gatos, que son unos auténticos expertos en hacerte sentir como la última mierda del universo.

Med se cree que lo he hecho queriendo.
Pero ha sido sin querer.



Creo.

13

Estaba fumado cuando ha llamado Mónica. Mónica la vecina que está Tremenda pero y es un poco Pesada.
Pesada del verbo Qué coñazo de tía no del verbo Cuánto pesa esta tía, aclaro.
No le he abierto. Soy tan hijo de puta que ni siquiera he intentado buscar el mando a distancia para bajar el volumen de la tele y así fingir que no estaba en casa.
Me ha dado igual, así, sin más.
Med tampoco se ha inmutado. A Med no le hace falta ir fumada para ignorar a tiempo completo con total facilidad y sin ningún tipo de esfuerzo el mundo que le rodea. Y encima importarle una auténtica mierda.
Hay momentos, pocos, en los que Med parece caerme bien.
Pero en seguida se me pasa.

El otro día, fumado también, le envié un mensaje a Marian.
Debería estar prohibido tener la oportunidad de poder enviar un mensaje en según qué condiciones. De hecho, digo más, el propio puto teléfono debería de tener un chip o algo así que pudiera medir el estado de gilipollez en el que te encuentras en ese momento y decidir, según el resultado, si debes o no enviar ese puto mensaje.
El chip de mi móvil en concreto me habría contestado a modo de texto: "¿Eres tonto o qué (gilipollas)?"

"Vete a la mierda (otra vez)".
Pero en su lugar me contestó Marian.



Puta tecnología.

12

Sigo vivo.

Creo.

11

Mónica, La COÑAZO Pesada me acosa.
Si hay algo peor que tener que decirle a una tía eso de Podemos ser amigos es, sin duda alguna, que se crea que lo estás diciendo en serio y juegue a ser eso exactamente: tu amiga. ¿Qué digo amiga?, ¡tu Mejor amiga!
Esa jodida costumbre que tienen algunas mujeres de querer ser siempre las primeras en todo. Parece que necesiten sentirse imprescindibles y alguien debería explicarles de una puta vez que Nadie es imprescindible.
No seré yo, por cierto.

Mónica viene a mi casa cada tarde cuando llega de currar. Nadie se lo ha pedido pero como está ejerciendo el papel de Mejor amiga pues... eso.
Hostiaputa.
A veces trae una peli y hasta me ha preguntado un par de veces si tengo para hacer palomitas. Mientras yo, evidentemente, alucino (pepinillos).
Y vemos la jodida película que ella ha decidido alquilar para luego volver a decidir (todas estas decisiones sin preguntarme antes a mí) que iba a pasar TODA la tarde en mi casa.
Med, la puta gata, se tumba a su lado y ella le hace cosquillitas en la barriga y entonces Med hace un ruido muy extraño (y sonoro) de satisfacción total.
A mí, por supuesto, me entran gatas de ponerle el rabo ese que tiene a modo de collar pero como se supone que me encantan los gatos desde que me quise follar a Mónica pues tengo que fingir que me siguen pareciendo abrazables bla bla BLA.
Hostiaputa.

Toda la culpa la tiene Marian.

10

Por fin he dejado a Mónica La tremenda -pero también- Pesada.
Hay veces en la vida* en las que tienes que tener cojones y comportarte como un hombre*.
Le he dicho que acababa de salir de una relación y que creía que no estaba preparado (todavía) para comenzar otra ahora.

Creo que lo escuché en una peli.
Son frases que tu cerebro decide archivar, a su rollo, sin preguntarte ni nada y que piensas que no vas a utilizar en la puta vida. Y llega un día y, pum, la sueltas. Sin más.
Y, sorprendentemente, te queda bien y suena hasta creíble. Y nadie te dice eso de: "Eh, esa frase la dijo Tal en la película Tal" jodiéndote tu peli particular.

Mónica, en lugar de pegarme un puñetazo, me ha abrazado y medio consolado (creo) mientras yo ponía cara de gatito mega dulce (no como Med, la puta gata). He estado a punto de mirar por la ventana y decir al horizonte aquello otro de: "No es culpa tuya, ni mía, la culpa la tiene la vida..." pero ya era arriesgarme demasiado.
Mientras Mónica me abrazaba Med, la puta gata, me clavaba la mirada desde la otra punta del comedor. Si los gatos pudieran hablar ésta en particular me hubiera soltado a mí algo tipo: "Qué cabrón eres...".
Pero no pueden.
Además, la opinión de los gatos no cuenta.
Por muchas vidas que tengan.




*  Ésta no era una de ellas.
*  O no.



9

Me he cansado de Mónica La Tremenda.
Me he cansado porque ha resultado ser un auténtico coñazo de tía. Una pesada, vamos.
Pesada del verbo ¡Qué pesada es esta tía! no del verbo ¡Cuánto pesa esta tía!, digo.
Lo preocupante no es que yo me haya cansado de Mónica. Lo preocupante es que Yo se lo he de comunicar a Mónica, la Pesada Tremenda.
Y se lo tengo que hacer saber porque me irrita sobremanera que grite mi nombre mientras llama a la puerta. Tanto entusiasmo me está matando.
Y tampoco soporto que me acaricie la mano durante las dos horas y media que dura la peli porque a los diez minutos se me queda dormida (la mano, no Mónica) y me paso las siguientes dos horas y veinte minutos pensando en que no me la siento y así no hay dios que vea una jodida película, sinceramente.
No soporto tampoco, por ejemplo, que..., bueno en realidad no soporto un huevo de cosas de Mónica. De hecho creo que no soporto a Mónica. Sin más.

Llevo meditando desde hace un rato cómo encontrar la manera de decirle a una tía eso de "Tenemosquehablar: me he cansado de ti y de aquí en adelante, si te es posible, me harías un favor si me ignoraras por completo porque yo te voy a ignorar por completo a ti". La manera de decírselo  sin que se enfade o, en su defecto, me pegue un puñetazo, digo.

La guerra no sé pero está claro que esta batalla la tengo perdidísima perdida.
No soy muy listo (bueno un poco sí) pero es que para pensar lo contrario habría que ser Gilipollas.
Por completo también.

8

- ¿Qué piensas?

Cuando una tía te pregunta eso nunca (y cuando digo nunca quiero decir JAMÁS) has de responder aquello otro de "Nada".
Ellas no pueden llegar a comprender que en la vida hay momentos en los que realmente no te planteas tu existencia cada tres minutos y medio y que sí es posible dejar la mente en blanco. Sin más.
Son así de raras.
No puedes ir de profundo tipo "En cuánto habrá aumentado el agujero de la capa de ozono". Las tías son raras pero no gilipollas.
Bueno algunas un poco sí.
Tampoco ir de simple tipo "En que vestida tus tetas parecían bastante más grandes, la verdad". Porque entonces el gilipollas serías tú.

Miro a mi vecina La Tremenda Mónica. Está desnuda encima de mi cama, justo en la que era la parte de Marian.
Sus tetas son exactamente como me las imaginaba.

- Pensaba en qué estarías pensando tú.





Sus preguntas también.

7.

Tengo nueva vecina.
Ha bajado a presentarse. Como en las pelis americanas y eso, sí. He estado a punto de preguntarle dónde se había dejado la tarta de manzana pero no estaba seguro de que pillara a la de ya el extraño humor que me caracteriza y recordemos que no hay una segunda oportunidad para dar una primera impresión.
Es morena y tiene los ojos negros.
Está tremenda, la verdad.

- ¿Tienes un gatito? 
- Errr..., sí, pero...
- ¡Me encantan los gatos! Son tan... abrazables.
- ... a mí también.


He estado a punto (otra vez) de decirle que dudaba de que la palabra "abrazable" existiera en el diccionario que tenemos el resto de los seres humanos normales o en cualquier diccionario en definitiva pero... ¿he dicho ya que está TREMENDA?

- Med, te presento a...
- Mónica (sonrisa).
- Un placer, Mónica (sonrisa). Yo soy ÁlEX  (sonrisa) y ésto ésta es Med, mi puta abrazable gatita (SONRISA).
- Bueno, ya sabes dónde estoy, ÁlEX. Y tú también princesa (le dice a Med mientras acaricia dulcemente al montón de pelo blanco al cual yo soy alérgico y odio a partes iguales).
- Lo mismo digo, Mónica, si alguna vez quieres sal, follar, que te enseñe a hablar o lo que sea ya sabes dónde encontrarme.

Y se ha ido.
Dejándome a ocho escalones del cielo.
Justo los que me llevan a su casa.

¡Gracias por abandonar también a Med... Miriam! (¿Miriam?)
¿Cómo coño se llamaba la pelirroja aquélla abandonahombres (y gatos)...?




6.

Esta mañana, cuando me he ido a currar, me he dejado encerrada en el baño a Med.
Ha sido sin querer.
Creo.

He estado todo el día pensando en la gata de los cojones.
Con lo hija de puta que es seguro que se ha puesto a maullar como una cabra para llamar la atención de los vecinos y dentro de un rato me viene a buscar la poli y me arresta por maltratador de animales o algo así. 
Ya me veo en los periódicos mañana a cara descubierta con un enorme titular que diga que "Dejó encerrada a su pobre e inocente gatita en el lavabo para vengarse de su ex que lo abandonó como a un perro dejó".


Al llegar a casa, nueve horas y veintisiete minutos después, la gata seguía viva desgraciadamente.
Si Med hubiera sido un perro, nada más liberarla de su encierro, hubiera corrido a mis pies, agradecida, moviendo el rabo de un modo incansable, intentando (si yo me dejara, que no hubiera sido el caso) lamerme la cara.
Por eso me gustan (un poco) más los perros, puedes estar una semana entera sin darles siquiera agua para beber pero ellos continúan ahí, meneando el rabo sin esperar nada a cambio.
Med, la puta gata, ha tardado más de siete minutos en salir del lavabo cuando le he abierto la puerta nada más llegar a casa. En lugar de levantarse y darme la bienvenida, agradecida, por haberle salvado la vida, se ha quedado ahí, inmóvil, sin inmutarse, como si, en lugar de llevar casi diez horas encerrada, sin comer, sin beber y (lo más importante) sin cagar o mear (los gatos no cagan ni mean fuera de su particular recipiente con arena especial para gatos) (en el caso de Med arena perfumada), como si llevara un par de minutos ahí tumbada.

A veces pienso que Med sabe leer, escribir y habla siete idiomas o algo así. Que llama a Marian a diario para informarle de si me he muerto por fin o, para su pesar, continuo respirando.

He ido a mear y no he levantado la puta tapa del wáter. Me he asegurado de que Med podía ver semejante locura para que se lo cuente a Marian la abandona hombres .


Creo que me estoy volviendo loco.

5

Quizá hayan raptado a Marian y la pobre esté atada de pies y manos en cualquier casucha abandonada en medio de la nada. Suplicando para que yo vaya en su busca y la rescate de un loco de ésos que salen en las noticias de las tres a diario. Mientras yo lanzo dardos envenenados de rabia a una foto con su imagen muy ampliada para no fallar.



Mensaje para: Marian
Asunto: Duda.
De: ÁlEX
¿Sigues viva?


Mensaje para: ÁlEX
Asunto: Duda.
De: Marian
Que te jodan.


O quizá no.

4

He ampliado una foto de Marian y la he colgado (la foto no a Marian) en una de las paredes del salón.
Luego he buscado los dardos de la diana que, precisamente, Marian me regaló mi pasado cumpleaños y me he pasado unos veinte minutos (quizá veintidós, no recuerdo bien ahora) lanzándolos desde el sofá sustituyendo la diana de marras por la imagen ampliada de Marian.

El resultado ha sido mi cara totalmente deformada dada mi nula escasa puntería mientras Med, la puta gata, parecía sonreír desde una esquina de la casa.

Recordar: la próxima vez ampliar una foto donde sólo salga Marian.
Recordar 2: Matar a la puta gata.

3

Sigo vivo.

Med también.
Desgraciadamente.




2

Han pasado dos días desde que Marian me abandonó se fue.

Med, la puta gata de Marian, en cambio, sigue aquí.

Med y yo nos caímos como el culo más o menos al minuto dos de conocernos.
Odio los gatos desde que recuerdo.
Ayer me vino a la memoria el día que Marian apareció en casa con esa puta gata blanca metida en esa especie de jaula transportanimales.
Me imagino que Med pudo leer eso de "¡Hostiaputa! ¡Un GATO!" en algún rincón de mi cerebro.
Los gatos son condenadamente listos. Dicen.

Me pregunto si Marian no se ha llevado a Med con el resto de sus cosas por lástima y no dejarme solo del todo o porque sabía que me jodería tener que hacerme cargo de ese montón de pelo blanco al cual, por cierto, soy alérgico.

1

Marian me ha dejado.

Como se abandona a un perro en verano cuando te dicen los del Todo Incluído que no aceptan animales en su hotel.

He tardado unos treinta y cinco minutos en darme cuenta de semejante tal hecho, justo cuando, después de afeitarme y ducharme, he abierto el armario para ponerme el pantalón de estar por casa. Nuestra casa. Y he comprobado que aproximadamente el ochenta y cinco por ciento de su capacidad (la capacidad del armario no la de Marian) quedaba al descubierto, dejando bailando a solas a mis camisas y al resto de mi ropa.